martes, 10 de marzo de 2009

Mermeladas diferentes

El pasado fin de semana me dediqué a preparar algunas mermeladas.
Tenía la excusa perfecta: tiempo libre, ganas de cocinar y un montón de verduras ecológicas frescas. Sí, he escrito bien, verduras, y no frutas.


Son muchos los alimentos que se pueden confitar, y algunas verduras dan unos resultados totalmente sorprendentes. Concretamente veremos la manera de hacer mermelada con tomates, zanahorias o calabacines. Y también un poco de mermelada de naranja amarga.


Vamos primero con las medidas, (calculadas para hacer un bote de mermelada) y luego veremos el proceso, que, por cierto, es bastante rápido y sencillo.

Mermelada de zanahoria:

200 gramos de zanahorias

150 gramos de azúcar moreno o fructosa

1 cucharada de jengibre fresco rallado

zumo de medio limón1 palito de canela

1 vaso de agua (250 ml)

Mermelada de calabacín:

2oo gramos de calabacín, (con piel)

150 gramos de azúcar moreno o fructosa

zumo de medio limón

1/2 vaina de vainilla

1/2 vaso de agua (125 ml)


Mermelada de tomate:

350 gramos de tomates maduritos

200 gramos de azúcar moreno o fructosa

zumo de medio limón

5 ó 6 clavos

1 palito de canela


Mermelada de naranja amarga:

350 gramos de naranjas con piel

150 gramos de azúcar moreno o fructosa

1 palito de canela

1 cucharada de jengibre fresco rallado

Como se puede ver, la cantidad de agua que se añade depende de lo jugosa que sea la verdura o fruta a utilizar.

Para hacer cada mermelada, troceamos la verdura y la ponemos en una cacerola, a fuego lento junto con el resto de los ingredientes.
Poco a poco la verdura se va ablandando hasta que alcanza un punto cremoso. Personalmente, en el caso de la zanahoria, cuando están tiernas paso toda la mezcla por la batidora, para que quede una mermelada homogénea. Con el calabacín y el tomate prefiero cortarlos en trozos pequeños al principio y luego dejar que la mermelada tenga “tropezones”. Esto es sólo cuestión de gustos.

En el caso de la naranja, como vamos a confitar tanto la pulpa como la piel, es importante cortarlas en rodajas muy finas, para que se haga mejor. Cuando veamos que la pulpa está caramelizada y la piel transparente, ya podemos envasarla. Esta mermelada es la que más tiempo nos llevará, porque la piel es más lenta para cocinarse.

Una vez que cada mermelada tiene la consistencia que nos gusta, la ponemos en botes de cristal, (buena oportunidad para el reciclado de botes que hayamos usado en casa con otros productos), y los tapamos, sin apretar la tapadera. El siguiente paso es muy importante para la conservación de nuestras mermeladas. Se trata de esterilizarlas. Para ellos, colocamos los botes en una cacerola con agua, (cuidando de que no queden sumergidos del todo porque se nos podría meter agua en nuestra mermelada), y lo ponemos a fuego fuerte hasta que hierva durante unos 10 minutos. Hecho esto, sacamos los botes del agua, sin abrirlos y con mucho cuidado de no quemarnos, y apretamos bien las tapaderas.

Ya sólo quedará etiquetar nuestras mermeladas e ir disfrutándolas a lo largo de las semanas siguientes.

2 comentarios:

  1. Hace ya casi cuatro años que probé por primera vez la mermelada de tomate. Fue en Santorini y era una de las pocas formas de preparar el tomate que me quedaban por probar.

    Me guardo la receta para este verano. Si se dan tan bien como el pasado tendré materia suficiente para todo el invierno.

    Un beso gordo desde Ithaca y felicidades por el blog.

    Antonio

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  2. Pues desde aquí te animo a que, llegado el momento, compartas con nosotros el resultado de tu mermelada. Y si de paso te animas a experimentar con la receta y a hacer variantes, cuentanos qué tal el producto final.
    Un beso.

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