Un poco de historia:
Quinoa significa en quechua ‘cereal madre’; Para los Incas, además de ser su alimento básico fue objeto de consagraciones pero tras la llegada de los conquistadores su cultivo retrocedió rápidamente en parte por su prohibición, ya que se le relacionaba con ritos paganos, y también ante el dominio del maíz y la patata. Sólo permaneció en aislados enclaves indígenas.
No sería hasta bien avanzado el pasado siglo cuando científicos y nutricionistas redescubrirían sus interesantes propiedades y cuando recibiera menciones especiales de la OMS y la FAO.
La Nasa decidió incluirla en la dieta de los astronautas.
Características nutricionales:
Es un alimento muy fácil de digerir. Su sabor recuerda bastante al del arroz integral, aunque su textura es mucho más fina y puede parecerse al cuscus.
Es rica en hidratos de carbono, grasas insaturadas, (la grasa contenida es del 4 a 9%, de la cual la mitad es ácido linoleico, esencial para la dieta humana), minerales y vitaminas. Además aporta fibra y no contiene gluten, por lo que pueden tomarlo las personas que tienen celiaquía o intolerancia al gluten. Es muy rica en proteínas de alto valor biológico, que contienen todos los aminoácidos esenciales; Aminoáciods esenciales son aquellos que necesitamos tomar en la dieta porque nuestro cuerpo no es capaz de producir. El promedio de proteínas en el grano es de 16%, pero puede contener hasta un 23%. Esto es más del doble que cualquier cereal. El nivel de proteínas contenidas es muy cercano al porcentaje que dicta la FAO para la nutrición humana. Entre los aminoácidos están la lisina (importante para el desarrollo del cerebro) y la arginina e histidina básicos para el desarrollo humano durante la infancia, igualmente es rica en metionina y la cistina. Todas estas carácterísticas se deben en parte a que la quinoa es una de las semillas conocidas con un germen proporcionalmente más grande, ocupando éste aproximadamente el 30 % del peso total de dicha semilla.
Por cada 100 g de quinoa tenemos:
calorías: 341
proteínas: 16 - 23%
hidratos de carbono: 60%
gomas: 4%
grasas: 4 -9 %
fibra: 7%
minerales: calcio, fósforo, hierro, magnesio
vitaminas: C, E, B1, B2 y niacina.
Cómo prepararla:
Se cocina igual que el arroz, sin olvidar que hay que lavarla bien con agua antes de cocerla, con el fin de eliminar la saponina que es incomestible, aunque la mayoría de la quinoa que se comercializa viene ya lavada.
Lo mejor es poner agua a hervir y cuando arranca el hervor, añadir la quinoa, bajar el fuego al mínimo y tapar la cacerola, dejando transcurrir un tiempo de entre 12 y 15 minutos. Es preferible añadir la sal cuando ya está acabada la cocción.
Otro método que mejora su sabor consiste en tostar la quinoa en una sartén con aceite removiendo constantemente y una vez dorada, cocerla como se indicado anteriormente. De este modo adquirirá un sabor que recuerda al de las nueces.
Una vez cocida, la quinoa se puede guardar escurrida en la nevera y utilizar para complementar ensaladas, sopas, etc, porque se mantiene consistente y no se pasa ni se apelmaza.
También podemos hervir la quinoa en leche, ya sea de vaca o cualquier variante de leche vegetal, (soja, avena, arroz, etc) y endulzar a gusto para obtener un postre muy rico y sano.
Para bebés, existen papillas a base de quinoa.
Recetas:
Y una vez más, recurro a El delantal verde para traer hasta aquí recetas interesantes. Así ya no quedan muchas excusas para no lanzarse a conocer a la quinoa en persona.
Hamburguesas de quinoa
Quinoa verde
Quinoa a la jardinera
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